Hemos comenzado un nuevo mes con la buena noticia de que podemos salir a pasear y disfrutar de nuestro entorno.
Yo, como muchos de vosotros, nunca hubiera imaginado que, llegado el tiempo de días más largos y temperaturas más altas que invitan a disfrutar del entorno y las gentes que nos rodean (es decir disfrutar de la vida) pudiésemos considerarlo un lujo o un privilegio.
Me encanta mayo, es la puerta a los mejores meses del año en el campo y en los pueblos que viven de él: comienza a cambiar el paisaje de los viñedos, pues las cepas dejan asomar sus brotes que, por días, crecen con la humedad recibida en invierno y el calor que a partir de ahora irá en aumento. Son épocas de mucha actividad en el campo riojano aplicando productos que eliminen las malas hierbas y otros que mantengan la uva sana, realizando labores de escarda y “desniete” o poda en verde para obtener mejor calidad en el fruto, despuntando y vigilando que todo vaya como debe para cuando se vendimie.
Nuestro regadío, situado en la vega entre el rio Najerilla, del cual toma sus aguas para el riego, y el majestuoso Ebro, nos ofrece una vista preciosa con sus pequeñas huertas donde ya se pueden recolectar habas, alcachofas, lechugas, espárragos… y en las que se plantan los tomates, pimientos y guindillas cuya fama es reconocida. Nada que ver con épocas pasadas dónde cada familia cultivaba para autoconsumo una parcela, ahora el cultivo de la viña se ha extendido también por esta zona de Cenicero.
Llegan las golondrinas y los vencejos, que con su piar anuncian la proximidad del buen tiempo, así como las codornices que, provenientes de África, se asientan en los campos de cereal (ya muy crecidos) para anidar en ellos junto a las perdices que permanecen aquí todo el año.
Las fiestas de los pueblos comienzan, dando gracias a sus respectivos patronos y haciendo que la gente vayamos de uno a otro para compartir alegría y diversión: San Prudencio en Nájera y pueblos de La Rioja Alavesa, las fiestas y ferias de Santo Domingo de la Calzada, la romería a Santa Bárbara en Ezcaray… Pero la más importante para mí y que se celebra en muchos pueblos riojanos es San Isidro, patrón de los agricultores.
Os contaré un poco su historia:
San Isidro nació en Madrid en 1082, hijo de unos humildes campesinos de ascendencia mozárabe que le inculcaron el amor al prójimo, la caridad y la oración.
A la edad de diez años quedó huérfano viéndose obligado a trabajar, como peón de campo para un caballero, en unas fincas cercanas a Madrid. Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa (Santa María de la Cabeza) con la que tuvo un hijo.
Isidro se levantaba de madrugada y nunca comenzaba su jornada sin haber rezado a Dios, motivo por el cual el resto de jornaleros lo acusaron ante el patrón y yendo a comprobarlo éste, vio con asombro cómo mientras Isidro rezaba un ángel guiaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si lo hiciera él. Hasta las tierras de las que el se encargaba producían el doble como premio por su bondad y piedad. Fue grande su fama como pocero, zahorí y hacedor de lluvias.
Un domingo después de realizar sus oraciones y visitar a pobres y enfermos, salió al campo con su mujer y su hijito. Estando éste cerca de un profundo pozo de sacar agua, dio un giro brusco y cayó dentro. Viendo sus padres que era imposible sacarlo, comenzaron a rezar con toda su fe. Las aguas del aljibe comenzaron a subir y con ellas la canasta con el niño, sin que le hubiese ocurrido nada. Siempre dieron gracias a dios por ello. Nunca olvidó a los necesitados ni a la Iglesia, con los que compartía su salario y posesiones, cualquiera que le necesitase sabía que encontraría respuesta.
En 1172 falleció, no sin antes recomendar a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y caridad hacia el prójimo. A los 43 años de su muerte sacaron su sepulcro y comprobaron que estaba incorrupto, consideraron este hecho un milagro como consecuencia de su ejemplar vida y llevaron sus restos a un templo para su devoción. Se cree que esto ocurrió el día 15 de mayo y el templo fue la iglesia de San Andrés.
Siglos después Felipe III cayo gravemente enfermo y los médicos dijeron que no sobreviviría; cómo era costumbre en esa época buscaron unas reliquias para pedir el milagro y tan pronto sacaron del templo las de Isidro el monarca comenzó a mejorar bajándole la fiebre, estando totalmente recuperado cuando llegaron hasta él. A causa de esto y sus muchos milagros en vida el rey intercedió ante el Papa, el cual lo canonizó en el año 1622 junto a Santa Teresa, San Ignacio y San Francisco Javier.
Así es como la tradición cuenta la historia de este santo, que creáis en ello o no depende de vosotros.
En la ciudad de Cenicero la fiesta en honor a San Isidro comienza la víspera, día 14 de mayo. La talla que representa al santo se encuentra durante todo el año en nuestra ermita dedicada a la Virgen del Valle. Allí se celebra una salve, tras la cual se prende fuego a una hoguera que se ha preparado en la explanada junto a la ermita. Con la figura del santo en el pórtico los valientes, cuando descienda la altura de las llamas, la saltarán a la vez que formulan una petición. Participan primero los más mayores y por ultimo los niños, cuando ya sólo quedan brasas. A esta tradición se le llama “Charma” y se repite otra vez el día 7 de septiembre víspera de nuestra patrona la Virgen del Valle.
Luego, junto con la banda de música, se sube a San Isidro a la iglesia para celebrar al día siguiente el oficio religioso y la procesión que transcurre por la calle principal. Son agricultores los que llevan en andas al Santo y permanece la costumbre antigua de vestir a los niños con el traje típico riojano llevando en cestas de mimbre y alforjas los productos que ahora nos da la huerta.
El grupo de danzas de Cenicero, va intercalando bailes y pasacalles mientras discurre la marcha que, una vez llegados al límite del casco urbano, toma un camino por el cual llegamos a un paseo llamado “de los labradores” y que bordea el rio Ebro, para llegar hacia la mitad del mismo a una fuente con la imagen de San Isidro.
Aunque llevo muchos años participando, de niña ataviada de labradora y con mis habas y fresas en la cesta, luego participando en el grupo de danzas y por último acompañando al Santo en la procesión, siempre me emociono.
Sobre todo cuando llegamos a este punto y el párroco, ayudándose de un isopo, bendice los campos y le pide al labrador, patrono de labradores, que nos proteja y cuide de las cosechas para acabar con el grito espontáneo de algún cenicerense de: “Viva San Isidro” que el resto coreamos y danzándose a continuación en su honor.
Después discurre la procesión hasta la ermita, donde queda depositado hasta el año próximo.
Cenicero tiene por actividad principal la agricultura, sobre todo el cultivo del viñedo, así que os podréis hacer una idea de lo que para nosotros representa esta fiesta.
Este año será diferente, tal vez pueda celebrar misa en su honor Don Javier, nuestro párroco y acompañado por cuatro agricultores llegue hasta la fuente, bendiga los campos y a todos nosotros y recuerde a los que tan duramente han trabajado para acabar con este virus y a los que el mismo virus se ha llevado.
Tal vez no se dance, no podamos salir en procesión ni celebremos con comidas fraternas este día; pero si recordamos lo que elevo a Santo a Isidro (oración y caridad), aunque alguno no crea en la eficacia de lo primero, la mayoría estará de acuerdo en la conveniencia de la segunda, sobre todo después de lo que hemos vivido estos últimos meses. No se entiende el trabajo de tantas personas si no hubiera estado presente esta virtud, un sentimiento que impulsa a ayudar a quien más lo necesita.
Y cómo San Isidro no abandonarnos a la incertidumbre y tener siempre fe: fe en uno mismo, fe en los demás, fe en que los malos tiempos se irán, fe en que cumpliremos los sueños,… porque es la FE la que mueve montañas.